lunes, 13 de enero de 2014

ANIMALES MARINOS TÓXICOS O VENENOSOS DE NUESTRAS COSTAS


Los buceadores nos sumergimos en un medio lleno de organismos vivos que presentan diferentes estrategias de defensa frente a sus depredadores. Desgraciadamente todos hemos tenido alguna vez algún percance más o menos importante, cuando por accidente hemos molestado a uno de animales seres vivos en la inmersión. En las siguientes páginas vamos a hacer un repaso de las especies marinas que pueden provocarnos reacciones más o menos severas en nuestro organismo y que podemos encontrar en las nuestras costas.

La presencia de sustancias tóxicas, tanto en el reino animal como en el vegetal, es muy habitual, tanto en el medio marino como en el terrestre. El medio marino no es el nuestro y por ello debemos estar más alerta para evitar accidentes.
En ambos medios, las especies se protegen de sus depredadores mediante diferentes mecanismos, uno de los cuales es sintetizar sustancias químicas tóxicas o venenosas que disuadan o provoquen daño a sus depredadores. En algunos casos estas sustancias también sirven al depredador para obtener su presa, paralizándola o anestesiándola. Este caso es frecuente en organismos que no disponen de otros mecanismos como garras, púas o tentáculos.

En el medio marino hay tres tipos de estrategias que hacen uso de sustancias tóxicas. La primera estrategia consiste en la síntesis de sustancias en los propios tejidos del animal, y que actúan como repelentes de las especies que les muerden al intentar comérselos. Esta primera opción la utilizan muchas algas y organismos sésiles (que no se pueden mover del sustrato al que están adheridos), como esponjas o ascidias.
La segunda estrategia es la combinación de estructuras defensivas (púas, tentáculos, caparazones), con la presencia de sustancias tóxicas. En la mayoría de los casos las estructuras defensivas son un aviso para los potenciales depredadores. Este es el caso de los erizos, peces piedra o escorpión y los moluscos de colores muy vivos.

La tercera estrategia la presentan organismos que utilizan las sustancias tóxicas no solo como defensa, sino que les sirven para atacar a sus presas. En este grupo podemos incluir los cnidarios (medusas y pólipos), las serpientes y algunos moluscos.
MEDUSAS DEL ATLÁNTICO Y DEL MEDITERRÁNEO

Las medusas son animales marinos pertenecientes al grupo de los cnidarios, junto con los pólipos (anémonas e hidrozoos). Este grupo tiene la particularidad de que poseen unas células urticantes de 2 a 50 mm de diámetro, conocidas con el nombre de cnidocistos o nematocistos, y que se sitúan fundamentalmente en los tentáculos. Estas células disparan su veneno por simple contacto o por cambios de presión o temperatura (la temperatura corporal de los humanos es suficiente para dispararlos). Este veneno lo utilizan para capturar a sus presas.
Las medusas viven en aguas abiertas, y cada vez son más frecuentes en las costas mediterráneas y atlánticas, fundamentalmente por el aumento de capturas de su principal depredador, la tortuga. En algunas épocas del año, en primavera y verano, son arrastradas hacia las costas, especialmente tras los temporales de levante.

En las costas españolas se pueden encontrar cinco especies de medusa y una de sinóforo (un macroorganismo colonial, formado por varios organismos que también pertenece al grupo de los cnidarios), la Carabela Portuguesa o Physalia physalis. Las cinco medusas más comunes son Pelagia noctiluca, Chrysaora hysoscella, Rhizostoma pulmo, Carybdea marsupialis y Cotylorhiza tuberculata. Esta última se la conoce comúnmente como huevo frito, y apenas causa problemas en los humanos.
 
Para los buceadores los accidentes más frecuentes con este tipo de organismos se producen al contactar accidentalmente con ellos con las manos o con la cara (no cubiertos por el neopreno), al descender o ascender a la superficie.

El contacto con las medusas causa lesiones cutáneas que pueden durar días o meses, con formación de eritema, edema, reacciones de urticaria y dolor intenso. La primera sensación es similar al dolor causado por la quemadura de un cigarrillo. Posteriormente comienza la erupción cutánea y ocasionalmente se pueden producir calambres, nauseas y vómitos. Lo normal es que los síntomas vayan desapareciendo espontáneamente en pocos días, aunque el dolor puede ser prolongado.
Las lesiones cutáneas de la Carabela Portuguesa son más intensas y dolorosas que las del resto de medusas.
Tras la picadura de cualquier medusa hay que seguir los siguientes pasos:
  • Salir del agua y apartar de la piel los restos visibles de tentáculos, a poder ser con pinzas o guantes, evitando frotarse la piel.
  • No lavarse con agua dulce, ya que el cambio osmótico hace que se disparen más cnidocistos y el daño sea mayor. Se aconseja lavar la zona con agua de mar.
  • No secarse la piel con toallas ni con arena.
  • Si es posible aplicarse vinagre, para reducir la virulencia de la picadura, ya que el vinagre desactiva los cnidocistos.
  • Es bueno aplicar compresas frías durante 5 a 15 minutos, pero evitando el contacto con el agua dulce. Es útil una bolsa de hielo, pero sin contacto del hielo con la piel. El frío desactiva la toxina y evita que pase al torrente sanguíneo. Nunca aplicar compresas calientes ni productos que aumenten la temperatura local.
Con estas medidas, si se aplican rápidamente, antes de una hora del contacto con el animal, se pueden solucionar más del 90 % de los casos. Si las molestias continúan y si se producen temblores, nauseas, mareos o dolor intenso, lo mejor es acudir al médico para iniciar un tratamiento con antihistamínicos, y si la erupción es intensa, con cremas corticoides.
Para prevenir todo esto, antes de lanzarse al mar para la inmersión es preciso observar la superficie para advertir la presencia de medusas, y lo mismo al salir del agua. Ni que decir tiene que el uso de traje completo y guantes evitan muchos accidentes. Para evitar el contacto con la cara lo mejor es estar muy atento.
ANÉMONAS E HIDROZOOS

Las anémonas y actinias son animales marinos dotados de tentáculos prénsiles, que se pueden retraer parcialmente, y con cnidocistos, como las medusas (de ahí el nombre del grupo: los cnidarios). Suelen medir entre 2 y 20 cm y su aspecto floral y ligero les hace parecer inofensivos. Los hidrozoos, con aspecto de pequeñas plumas, también se pueden incluir en este grupo de animales urticantes.
Suelen estar adheridos a las rocas y los accidentes se producen cuando el buceador toca con las manos al animal o, por no llevar traje largo, los roza con los brazos o piernas desnudos.

Las especies más comunes son la anémona común u ortiguilla (Anemonia sulcata) y la actinia (Actinia cari). Las especies de hidrozoos son numerosas, pero las más urticantes son las que tienen aspecto de plumas.
Las lesiones por contacto con estos animales suelen ser menos importantes que las de las medusas. Suelen provocar una sensación dolorosa y quemante, con reacción de urticaria y eritema. Excepcionalmente se pueden provocar nauseas y vómitos.

Como en el caso de las medusas, lo mejor es empapar la zona con vinagre, para desactivar los nematocistos y eliminar los restos de tentáculos, preferentemente con pinzas o guantes, aplicar agua de mar y tratamiento con frío. Si las molestias continúan sería preciso acudir al médico.
ERIZOS DE MAR DEL MEDITERRÁNEO Y DEL ATLÁNTICO

Los erizos de mar pertenecen al filum de los equinodermos, que es el grupo al que pertenecen las estrellas de mar y las holoturias. Tienen forma más o menos esférica y entre 5 y 20 cm de diámetro. Casi toda su superficie está recubierta de púas, excepto en su parte baja, donde se apoyan en las rocas.
Tienen dos tipos de apéndices corporales, las espinas o púas, más característicos y visibles, y los pies ambulacrales o sistema de pies blandos (apenas visibles si uno no está acostumbrado a verlos), y que permiten el desplazamiento del animal. Los pies ambulacrales pueden poseer en algunos casos sustancias venenosas. En nuestras costas hay tres especies más frecuentes de erizos, el erizo negro (Arbacia lixula), el erizo marrón o rojizo (Paracentrotus lividus) y el erizo violeta (Sphaerechinus granualris). En Canarias es muy frecuente el erizo diadema (Diadema antillarum), que habitualmente constituye una plaga en la zona.


Los accidentes de los buceadores con estos animales suelen ocurrir por contacto accidental con las manos o rodillas, especialmente cuando no se usan guantes o traje largo, aunque las púas pueden atravesar el neopreno.
Suelen provocar heridas punzantes producidas por las púas, las cuales suelen romperse y quedar fragmentadas en el interior de la piel. Allí se comportan como un cuerpo extraño, provocando quistes y abscesos. Si se alojan cerca del hueso o de una articulación pueden causar infecciones y daños mayores. Los erizos de nuestras costas poseen baja toxicidad.

El tratamiento debe ser extraer las púas mediante una aguja esterilizada, pero ello suele ser muy difícil por su fragilidad. En ese caso se puede reintentar reblandeciendo la zona con agua templada salada o con vinagre. Puede ser de utilidad cuando no se pueden extraer las púas utilizar esencia de trementina con lanolina, en forma de pomada, por lo que es conveniente acudir a un centro de salud, que lo recete y tenerlo siempre a mano en nuestro botiquín de buzo. En algún caso el médico puede prescribir vacuna antitetánica e incluso una crema con corticoides. El dolor no es fuerte y se puede combatir con analgésicos de uso común.
PECES ARAÑA

Los peces araña son animales bentónicos o asociados a los fondos, generalmente arenosos. Tienen el cuerpo alargado y comprimido lateralmente, con una boca grande con dientes y con una espina dorsal muy característica, que habitualmente se encuentra en posición de reposo y que pueden elevar cuando precisan de intimidar a depredadores. También poseen la aleta dorsal compuesta de espinas, conectadas a glándulas secretoras de un líquido azulado muy venenoso. Miden entre 15 y 45 cm. Suelen encontrarse a poca profundidad enterrados en fondos arenosos de aguas frías, por lo que es habitual que se produzcan accidentes con los bañistas de las playas al pisarlos de manera accidental.
Los buceadores pueden tener problemas con ellos al posarse con las rodillas o con las manos en la arena.

Las arañas de mar de nuestras costas pertenecen a dos géneros: Trachinus (T. araneus, T. draco y T. radiatus) y Echiichthys (E. vipera).
El veneno provoca una intensa irritación local que puede provocar necrosis. Los casos mortales son muy excepcionales, aunque se han producido en España. Los síntomas son dolor intenso, que se va incrementando en la hora siguiente al percance, fiebre, e incluso insuficiencia respiratoria. La herida puede infectarse, y las molestias locales pueden durar meses.

Se puede combatir el veneno con calor, por lo que lo más eficaz es sumergir el miembro en agua caliente (unos 45 ºC) durante una hora, pues la toxina se desactiva con el calor. El dolor es tan intenso que puede ser precisa anestesia local.
Siempre es recomendable acudir al hospital, para que se comience el tratamiento lo más rápidamente posible. Se debe limpiar la herida y desinfectar reiteradamente hasta la cicatrización, y asegurarse que no han quedado restos de la espina en la herida. En algunos casos se recomienda vacuna antitetánica e incluso el uso de corticoides.  

ESCÓRPORAS
Los escorpénidos son una familia de peces distribuida por todos los océanos, y con un gran número de especies. En nuestras costas podemos encontrar el cabracho (Scorpaena scrofa), la escórpora (Scorpaena notata) y el rascacio (Scorpaena porcus). Tienen una cabeza voluminosa y parcialmente acorazada con espinas visibles y el cuerpo oblongo. Son peces solitarios, sedentarios y de fondos rocosos, muy miméticos, por lo que suelen pasar muy desapercibidos. Al iluminarlos con la linterna tienen una coloración rojiza, pudiendo cambiar su coloración en función de la del fondo. Pueden medir hasta 40 cm.

Presentan glándulas venenosas conectadas a las espinas de la cabeza y el contacto con las mismas produce heridas muy dolorosas, comenzando por la parte en contacto con el animal y extendiéndose a toda la extremidad. Puede aparecer inflamación, edema, e incluso nauseas y lipotimia.
Como ocurre con la araña de mar el tratamiento más efectivo es sumergir la zona afectada en agua caliente. La herida debe limpiarse y desinfectarse, asegurándose de eliminar los restos de las espinas. Debe acudirse al hospital para comenzar el tratamiento, que debe tratar de evitar la posible infección bacteriana de la herida.

PEZ TORPEDO
Los torpedos o tembladeras pertenecen al grupo de las rayas. Poseen órganos capaces de producir fuertes descargas eléctricas, que utilizan para inmovilizar a sus presas y que se activan cuando se toca al animal. La tensión eléctrica puede variar de 45 a 210 voltios. Por ello nunca se debe tocar a este animal, que por otro lado es difícil de ver en la inmersión, por encontrarse habitualmente enterrado en la arena. Los accidentes ocurren por descuido al posarse el buceador en la arena.

Las especies de nuestras costas son Torpedo marmorata, T. torpedo y T. nobiliana.
Los daños no suelen ser graves, salvo el aturdimiento del buceador, que puede provocar un accidente de buceo.

OTROS PECES PELIGROSOS
Las morenas, los congrios y los tiburones no causan picaduras, pero son peligrosos por su agresividad cuando se sienten acosados.

En el caso de la morena las heridas se producen por sus dientes largos situados en el paladar. Su mordedura es dolorosa y no venenosa, salvo por el peligro de infección.
El congrio es un animal más nervioso que la morena y su mordedura es más peligrosa por el efecto de desgarro que se produce pues el animal gira sobre su eje cuando muerde. Son muy sensibles a los destellos de elementos brillantes. Ataca y se revuelve si se le incordia en su refugio. La mordedura es muy dolorosa y puede provocar la pérdida de algún dedo de la mano o desgarros en la cara.

Para los buceadores, es peligrosa la práctica de alimentar a estos animales para que salgan de su refugio, pues en las zonas donde se realiza esta práctica los animales se vuelven descarados y reaccionan de forma nerviosa ante los movimientos de los buceadores.
El tratamiento es fundamentalmente de contención de la hemorragia y evitar la infección de la herida. Es bueno no quitarse el neopreno, pues la compresión del mismo hasta recibir la asistencia profesional adecuada, hace las funciones de torniquete.

Como vemos, los peligros provocados por los animales marinos son pocos y fáciles de evitar con una adecuada formación del buceador, con un buen control de la flotabilidad, y con una conducta respetuosa con el medio marino.
Este artículo se publicó en la Revista Acusub en diciembre de 2013